Triana y la Hermandad de los Gitanos, la Hermandad de los Gitanos y Triana

Hoy en la sección cofrade de nuestro Diario me dispongo a acercaros de nuevo a la manifestación de sentimientos que el artista Antonio Vázquez Bayón nos hace sentir, uniéndonos algo que paso para la Historia, como fue la vinculación de esos gitanos que fueron obligados a abandonar la Triana de sus entrañas

EL FLAMENCO SEGÚN LA CAVA GITANA…

Pero… es algo curioso. Nadie se ha acordado a una persona que también merece ser homenajeado, no solo hoy, sino todos los días del año.

Sí. Ese Hombre nacido de la cava de aquellos que albergan sangre de »faraones» en sus entrañas; quizás uno de los primeros que pisó los suelos de aquella mítica zona, mas al igual que muchos de su estirpe, fue desterrado de su lugar de origen buscando refugio entre los callejones de la ciudad, acompañado de su Madre aquella que en cada esquina iba dejando fragmentes de sus doloridas Angustias.

Muchos afirman que al fin después de tanto pedir morada, halló una majestuosa en una plaza milenaria donde se respiraban aires de gótico y mudéjar entre la cal de aquella Casa que fue edificada por un monarca santo.

Con el paso de los años, sus hijos de tez morena jamás lo dejaron solo, tras sus pasos todo aquel barrio que una vez lo vio nacer ahora camina prendado de Él, pero con un nombre distinto al de todos; para ellos es su »Pare» »er Manué».

Hasta que un buen día, sus hijos ilusionados le hicieron una Morada propia, y con elegancia cañí, se despidió de aquella plaza risueña, mas dijo a los que allí se congregaban »No preocuparos mis niños, que al llegar la »noche eterna», con compás gitano pasaré siempre, de lado nunca os voy a dejar…»

Según dicen las lenguas, al caer la noche en la calle con el nombre de aquella que secó el sudor de su frente color de aceituna, que el Señor levanta la mirada hacia el oeste con nostalgia, con tristeza… con la ilusión en el pensamiento de poder volver a cruzar el puente y reencontrase por aquellos lugares que lo vieron nacer y crecer.

Pero, aunque creamos todos que sea incierto, el Señor sigue repartiendo al igual que su Madre… Salud para curar los males y todo ello; reflejado en el »quejío» de una saeta, en el compás de un fandango o una seguirilla, en el pase de una sevillana o la fuerza de la voz en una bulería… mas algo que nunca se puede olvidar, el Señor echa en falta el sonido de los viejos herreros gitanos que vivían en el arrabal de Triana, donde se mezclaba el sudor del trabajo, el golpe seco del martillo sobre el yunque y el chirriar del hierro semifundido.

¿Y por qué tu Señor? Porque eres tu el vivo reflejo y sentimiento de uno de los cantes hondos más famosos de nuestra tierra, el flamenco.
Y por ello una vez más, Señor de la Salud esta oración quiero que vengas a escuchar :

Al llegar la primavera,
resuena tu nombre »Manué»,
y en esta tierra andaluza,
pregonan tu nombre a los vientos.

Mira al pueblo,
entre balcones y naranjos,
entre claveles y nardos,
esperan verte Faraón Gitano.

Que se acerca,
y con Él se va el invierno,
y la Giralda al verte ir,
se despide llorando.

Ya se abre la aurora,
te vas luciendo en tu trono,
y te acompaña hasta el sol de mañana,
cuando caminas por la cuesta del Rosario.

y aguardándote,
entre las tejas y las blancas espadañas,
te cantan las golondrinas,
trinando por saetas.

y entre el gentío,
se escucha una voz bronceada,
que te dice »Manué»,
como tu cara… NINGUNA.

Antonio Vázquez Bayón

Manuel Canela Fraile







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