Avanzamos por San Jacinto

Hispano aviación

Esta vía comenzó siendo una senda que comunicaba el camino a Tomares (calle San Jacinto) con el camino a San Juan de Aznalfarache (calle Evangelista) por entre las huertas primero y los tejares después, llamándose primitivamente de la Rosa, hasta que en el año 1859 se le puso el nombre del historiador sevillano que escribiera en el año 1818 la primera gran obra sobre la historia de Triana: Aparato para escribir la historia de Triana y de su Iglesia Parroquial.

Al final de la calle, en el número 11, estuvo la entrada a la fábrica de cerámica de la Sociedad José Mensaque, Hermano y Compañía fundada en el año 1889, como ya dijimos, y que estuvo formada por los hermanos José y Enrique Mensaque Vera y el ceramista Fernando Soto González, empresa que diera origen a la fama de la familia Mensaque en toda Triana y desde luego en toda Sevilla.

Al llegar el año 1905 la empresa original se dividió en dos, siendo una de ellas la que precedió a la sociedad fundada en 1917 llamada Mensaque, Rodríguez y Compañía, que instalaría su fábrica al final de la calle Evangelista y que daría origen al Barrio Voluntad, como ya vimos.

La otra empresa surgida de la primitiva sociedad permaneció en este lugar llamándose a partir de entonces Fábrica José Mensaque y Vera, después Viudad de José Mensaque y por último Hijo de José Mensaque, cuando la heredó José Mensaque Arana en 1922, destacando en todas las épocas por la fabricación de zócalos de azulejos de relieve, uso extendido por toda la ciudad en las construcciones de casa particulares, patios y desde luego iglesias y conventos, por sus retablos cerámicos de azulejos planos tan demandados en Sevilla, y por la fabricación de ladrillos, tejas y otros materiales de construcción.

En 1946 tomó el traspaso de la fábrica el industrial Antonio Vadillo Plata, quien mantendría su actividad hasta finales de la década de los sesenta.
Uno de los empleados de la fábrica de los Mensaque y Vera en sus diferentes etapas, ya que empezó a trabajar en ella de aprendiz en 1926 y terminó como jefe de las oficinas en 1953, el trianero Alfonso Jaramillo, narró sus recuerdos en una entrevista realizada por Martín Carlos Palomo para la página web retablocerámico.net:

La fábrica era grandísima. La fachada principal daba a la calle Justino Matute 11, aunque el edificio completo llegaba hasta la calle Ruiseñor y parte de los que hoy se llama calle Leiría.

Era una manzana con muchas accesorias. El director artístico y maestro del taller era D. José Recio del Rivero, cuya vivienda ostentaba el número 9 de la misma calle Justino Matute, contigua a la entrada principal de la fábrica. La entrada de los trabajadores de la fábrica y a la oficina era por Ruiseñor 11 (actual calle Leiria). Yo también tuve vivienda en la fábrica, con mi esposa y mis dos hijos, anexa la vivienda del portero y su esposa (…)

Mucho, fueron los años dorados de la cerámica al abrigo de la Exposición Iberoamericana de 1929. Por la calle Justino Matute entraban los carros, camiones y materiales. Había dos talleres, el bajo -de cerámica artística- y el alto, para pintura de cuerda seca. El barrero de la fábrica estaba en la Vega de Triana, en terrenos cercanos de la actual barriada de Los Ángeles y finca la Torrecilla. El barro se traía en vagonetas tiradas por mulos, siendo el encargado el carrero, que se llamaba Francisco Canto. La fábrica tenía cuatro hornos: los de leña de orujo se usaban para cocer los ladrillos, y los de leña de pino para los azulejos. Los haces de leña de pino los traían de la zona del Aljarafe. Se hacían zócalos de azulejos de relieve, murales, rótulos publicitarios, materiales de construcción vidriados y sin vidriar, y por supuesto, azulejos y retablos devocionales (…)

Pero de la fábrica de los Mensaque ya no queda nada. Todo su terreno lo ocuparon bloques de pisos, como era de esperar, así que una vez recordada sólo resta, si es necesario, tomar asiento y descansar un rato en el Bar La Oliva que en esta esquina se encuentra. En su fachada podréis ver un panel cerámico con el nombre del establecimiento que anuncia el Coñac Centenario como mudo testigo y permanente recuerdo de la vieja fábrica de los Mensaque y Vera, donde se fabricara.
Después toca continuar con estos Callejeos, que siguen por la calle San Jacinto.

Una vez que termina el muro del Colegio del Protectorado de la Infancia veréis la otra puerta, la principal, de los primitivos almacenes de maderas e hierros ya mencionados, y sobre ella un escudo que data la construcción. Pero por lo que los vecinos de Triana recuerdan esta vieja puerta es por haber sido durante muchos años la entrada de la Fábrica de la Hispano Aviación.

El negocio de venta de hierros y maderas funcionó hasta junio de 1937, cuando los antiguos dueños de la Fábrica Hispano Guadalajara, sociedad creada para construir camiones militares y aeroplanos durante la Primera Guerra Mundial, que a su vez era filial de la gran empresa barcelonesa de automóviles La Hispano-Suiza y que había sido expropiada tras el estallido de la Guerra Civil española, decidieron alquilar los almacenes de los Fernández-Palacios para instalar en ellos unos talleres que sirvieran para reparar los aviones del ejército nacional. Fue la llamada Hispano Suiza sevillana, empresa que al poco empezó a fabricar piezas de nuevos aviones de combate que después ensamblarían en el aeródromo de Tablada.

En el año 1943 la fábrica fue seminacionalizada, pasando a llamarse La Hispano Aviación, SA, utilizando en un principio antiguos trabajadores de la fábrica de Guadalajara. Aunque sería el ingeniero alemán Willy Messerschmitt emigrado a España en 1951 al no poder desarrollar proyectos militares en su patria por las restricciones impuestas por las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, el que haría de la fábrica un referente nacional en la construcción de aeronaves de combate, siendo la primera el HA-100, un avión de entrenamiento al que bautizaron con el nombre de Triana.

Pero el que le daría fama mundial sería el HA-200 Saeta, el primer reactor construido en España con cabina presurizada, armado con dos ametralladoras y con capacidad para transportar doscientos kilos de bombas y desplazarse a setecientos kilómetros por hora. Incluso llegó a venderse al ejército egipcio.

¿Habrá algo más sevillano que una saeta? Hasta entonces había saetas por martinetes de La Cava y saetas por seguiriyas del Zurraque, pero en Triana inventaron también la Saeta a chorro, a reacción, el HA-200 Saeta. Que, como tal saeta, plateada y futurista saeta, cruzó el cielo de Sevilla en honor a la Virgen. Los constructores del Saeta eligieron para el vuelo oficial de pruebas las 8 de la mañana del lunes 15 de agosto de 1955. Sí, cuando estaba saliendo la Virgen de los Reyes por la Puerta de los Palos, cruzaba el aire de Sevilla y sobrevolaba la procesión de la Patrona aquel Saeta. Una Sevilla con Bueno Monreal aún como coadjutor del Cardenal Segura tras la Virgen y con la Infanta Doña Luisa de Orleáns entre el público, de negro manriqueño y medalla blanquiceleste de la Virgen al cuello.

De nuevo Antonio Burgos recuerda en uno de sus artículos un trocito de la historia de Sevilla, reseñando incluso el día del primer vuelo oficial del avión trianero y la presencia de la ya recordada infanta Luisa.

Durante más de treinta años esta gran fábrica dio trabajo a muchos trianeros además de formación en la escuela de aprendices, donde innumerables muchachos recibieron clases de ajuste, fresa, torno y chapistería además de delineación industrial.

En el libro titulado Triana en tres tiempos publicado por el escritor ya reseñado Ángel Vela Nieto, un auténtico callejeo por la Triana de los años noventa, el autor también hizo una parada delante de esta emblemática puerta:

La portada de la Hispano es otra de nuestras reliquias. Por esas puertas salieron más de 600 aviones diseñados y construidos ahí mismo por un personal compuesto por 1.500 empleados, los cuales convertían la calle San Jacinto en una feria antes y después del silbido de la sirena de mayor resonancia de Sevilla.

En la actualidad, de la antigua fábrica de la Hispano Aviación, solo quedan en pie tres edificaciones. La entrada que tenéis delante, de la que forman parte dos edificios comunicados mediante un pasaje donde estuvieran las oficinas de la empresa ahora convertidos en viviendas, una nave de estilo ecléctico que se levantó para comedor de los trabajadores en 1920 y que ahora es el Centro Deportivo Hispano Aviación del Instituto Municipal de Deportes del ayuntamiento y el hangar principal de la fábrica, nave exenta con cubiertas a cuatro aguas que ahora alberga el Polideportivo El Paraguas, también municipal, donde se practica fútbol-sala, petanca y bolos entre otros deportes, ambos embutidos entre las casas construidas en la década de los años noventa por Emvisesa.
Junto a la mítica puerta veréis los bares La Pará de Triana y el Tejar ocupando ahora las viejas dependencias de la Hispano, dando cobijo a vecinos y clientes entre sus antiguas paredes donde se reúnen, en esta ocasión, para comer y beber en su tiempo de ocio. En la fachada de La Pará existe un azulejo mudo testigo del pasado industrial de este sitio.

(Continuará)

 

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