La zona del gremio de olleros y esparteros

Azulejo cerámico trianero, callejeos
Azulejo cerámico trianero

Regresamos de nuevo a Los Cuatro Cantillos para seguir por el último tramo de la calle Alfarería.

Según expone Manuel Macías en su libro El Caserío, este tramo de calle por el que ahora entráis no aparecería hasta el siglo XVII, cuando el terreno que llegaba hasta el castillo se fue ocupando por vecinos del gremio de los olleros y esparteros. Entonces se creó esta salida natural hacia el camino que iba hacia San Juan de Aznalfarache, la actual calle San Jacinto, tramo llamado del Palomar al parecer por un corral del mismo nombre que en él existía.

Sin duda es el momento de recordar uno de los días más señalados que todos los años vive este trozo de la calle Alfarería, el paso de la Divina Pastora de las Almas en procesión de Gloria. Ocurre el tercer sábado de cada septiembre y los vecinos adornan la calle con arcos de flores blancas de papel, colgando de sus balcones antiguos mantones de Manila.

La imagen de la Divina Pastora de Triana, nacida de la gubia de Gabriel de Astorga a mediados del siglo XIX por encargo del padre Miguel Mijares, llega todos los años a la calle Alfarería precedida de un amplio cortejo formado por representaciones de la feligresía y de otras hermandades de Sevilla. A su paso estalla un estrepitoso jolgorio formado por los acordes de la banda de música que la sigue, los vivas de sus devotos y hermanos, los pétalos que caen a miles desde las azoteas y la cohetería que pregona a toda Sevilla que la Pastora está recogiendo almas por las calles de Triana:

Divina Pastora de las Almas,

rosa del buen rosal

del jardín de Santa Ana.(…)

Cuando vas en tu paso,

que es un nacimiento en andas,

escrito está en tus respiraderos:

Eres el hechizo de Triana,

eres pan fresco de pueblo,

ternura que siempre aguarda,

primavera en otoño seco,

nuevas aguas que bañan

las calles del barrio entero,

que rezando está a tus plantas

este barrio trianero

en la Iglesia de Santa Ana

con el amor que te dieron[1]

 

Cuando se apaguen en vuestros oídos los vítores a la Pastora trianera fijaos en la casa número 23, la antigua sede de la Fábrica de Cerámica Artística Nuestra Señora de la O. Fue fundada en 1901 por Manuel García-Montalván García-Montalván en el mismo sitio donde ya existía, desde 1874, la Fabrica Montalván, abierta por su abuelo Saturnino García-Montalván veintiún años antes en la cercana calle Antillano Campos, y que su padre, Francisco García-Montalván, había trasladado a este mítico lugar.

 

Fábrica de cerámicas montalván

 

Manuel García-Montalván fue un empresario muy popular en su época, siendo miembro de la Hermandad  de la Santa Caridad y de la Hermandad de la O, su fábrica realizó el retablo de la capilla sacramental donde se venera Nuestro Padre Jesús Nazareno, llegando incluso a encarnar a un Rey Mago en la cabalgata del Ateneo del año 1922. Tuvo amistad con el arquitecto Aníbal González, del que recibió el encargo de fabricar las barandas para la ría de su Plaza de España, así como bancos y fuentes para la de América durante las obras de la Exposición Iberoamericana de 1929.

Y con Juan Talavera Heredia, otro arquitecto regionalista al que encargara su casa y local para la exposición permanente de sus artículos, el edificio que podéis ver a continuación, una vivienda de dos plantas en la que se mezclan los típicos materiales del regionalismo como son el azulejo, el ladrillo y la rejería sevillana. No dejad de fijaos en la cartela de azulejos de la planta alta con el rótulo de la empresa.

Manuel García-Montalván murió en 1943 sin dejar descendencia. Su intención fue que su casa se convirtiera en escuela taller regentada por los padres salesianos, proyecto que nunca se realizó. Así que su viuda traspasó el negocio a Ignacio Gómez Millán. Después de pasar por distintas manos más se hicieron cargo de la fábrica los empleados Antonio Muñoz Álvarez y José Canto Pascual. Sus sobrinos, herederos del negocio, tuvieron que cerrar definitivamente sus puertas en el año 2012, perdiendo la calle Alfarería y la cerámica de Triana otro de sus principales pilares.

La casa de García-Montalván hace esquina con la calle Covadonga, por la que sigue. Así que seguid también vosotros por ella, aunque no sea parte de nuestro itinerario y después tengáis que volver, en pos de los dos retablos cerámicos que alberga.

El primero está colocado en la casa número 5 y fue mandado instalar por su propietario Juan Cembrano. Representa a María Santísima de la Estrella, una fiel copia del retablo que veréis en la fachada de la iglesia de San Jacinto de Kiernam Flores, pintado por Emilio Sánchez Palacios y fabricado por encargo de Cerámica Ruiz Gil en 1999.

 

 

 

El segundo está en el número 9, en la fachada de la conocida como Casa de Artesanos. Fue colocado el Domingo de Resurrección del año 1954 para recordar el paso por primera y única vez, cuatro años antes, de la Virgen de la Esperanza por esta calle procedente de la iglesia de San Jacinto, donde entonces tenía su sede. Iba camino de la Parroquia de Santa Ana, donde presidiría la celebración de la Definición del Dogma de su Asunción proclamado por el papa Pio XII.

El retablo conmemorativo fue mandado colocar por José Ruiz Flores, el conocido como Joselito Ruiz, mayordomo de la hermandad y dueño del que entonces era el tejar San José. El pintor fue Antonio Morilla Galea.

Cuando estos Callejeos pasan por la calle Covadonga esta emblemática casa está en restauración, pero hubo un tiempo en el que llegó a albergar hasta dieciocho talleres de artesanos de todos los saberes. Y así, aquí trabajaron ceramistas, escultores, pintores, orfebres, carpinteros, repujadores, entalladores de barro e incluso constructores de guitarras en una ambiente bohemio ideal para crear obras de arte, pero sobre todo para la buena convivencia. Incluso se realizaban tertulias con escritores y poetas del barrio.

Dicen que la Virgen de la Esperanza se escondió en este tejar durante la Guerra Civil y por eso en la década de los años cuarenta el dueño, el mismo José Ruiz ya mencionado, había encargado otro retablo de la Esperanza, atribuido también a Morilla, que desde entonces presidió el patio del tejar y después corral de artesanos. Este retablo fue donado en el año 2012 por el actual dueño del inmueble a la Hermandad de la Esperanza de Triana, siendo extraído de su pared, no sin polémica, restaurado y colocado junto a la puerta de la Capilla de los Marineros de la calle Pureza, donde lo podéis ver.

Volved de nuevo sobre vuestros pasos y salid otra vez a la calle Alfarería, a la altura del número 12, la tienda-exposición de Cerámica Santa Isabel. Sus responsables son Sebastián Ruiz Molero y sus hermanos, nietos del alfarero Sebastián Ruiz Jurado, fundador de la empresa en la calle Antillano Campos 9, como ya se ha referido en estos Callejeos, en el mismo lugar donde ya existiera un alfar desde 1789. En este lugar Ruiz Jurado llegó a tener como socio a Antonio Kiernam Flores, con quien trabajó codo con codo hasta que éste se marchara a la nueva empresas Cerámica Santa Ana, momento en el que Sebastián Ruiz fundó Cerámica Santa Isabel, ya en 1939, justo al lado de donde estuvo la antigua Escuela de Artes y Oficios de Triana.

Y en Antillano Campos estuvieron muchos años, hasta que sus herederos se vieron obligados de trasladar la fábrica fuera de Triana, quedando en la calle Alfarería esta tienda-exposición. En su interior se puede adquirir todavía todo tipo de cerámica y cacharrería trianera.

Ya solo queda que lleguéis al número 8, La Casa Grande, construida por José Espiau para almacén de loza y cristal, reconvertida posteriormente en patio vecinal. En ella vivió Manolo Bejarano Rubio, como atestigua un nuevo panel de azulejos de la serie de Ángel Vela, quien presume de haber sido buen amigo del maestro. Manolo Bejarano nació en 1920 y fue el sustituto natural de su padre, Eduardo Bejarano, en el mando de las cuadrillas de numerosas hermandades de penitencia, como fueron La Estrella, La Lanzada y Montserrat, además de Las Penas, Javieres y Gran Poder, al que le dejó como impronta el paso racheado característico de sus costaleros, sacando ocasionalmente a La Trinidad. Fue durante 50 años el capataz de la Virgen de los Reyes. Se retiró en 1970, dejando a su hijo el testigo de esta saga familiar.

Sin más dilación completad los metros que quedan de calle hasta su llegar a su fin.

 

[1]Luis Ramón Martínez Castro

José Javier Ruiz, del  libro Callejeos por Triana.

 

— Más Callejeos por Triana 

Compra el nuevo libro de Callejeos por Triana enviando un correo al autor  aquí .  (Y pídele que te lo dedique)
Presentación Callejeos por Triana. Segunda parte
Cubierta de Callejeos por Triana. Segunda parte.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion