NAVIDAD DE LOS CORRALES

Campañilleros, Navidad, Triana

Tiempo bienaventurado de gloriosa brillantez que devuelve a la niñez y a mejor tiempo pasado, recuerdos que han retornado en jovial algarabía; Navidad y poesía, ¡qué buen par de sentimientos! los dos forjan los cimientos del ideal de estos días.

Vuelven luces y sonidos y dulces en abundancia, las memorias de la infancia llegan a nuestros sentidos con alegres contenidos y cargados de color, aunque a veces su valor se pierde… cuando olvidamos la verdad: que celebramos la llegada del Señor.

¿Quieren saber quién espera en mi puerta en Navidad? el coro de la amistad, que pregona a su manera que en diciembre es primavera…        Que suene su melodía y desborde el alma mía con su Ternura y amor; que yo no canto al dolor: ¡¡¡yo le canto a la alegría!!!

Me deslumbran los destellos y el esplendor de la Fiesta; pero propongo la apuesta por los sentimientos bellos, a ver si llegan a aquellos que, aunque detenten Gobiernos, ni son buenos ni son tiernos, ni ejercen la caridad; para ellos, Navidad, es el solsticio de invierno.

¿Deseos para estos días? que alivien el sufrimiento, le traigan pan al hambriento y al enfermo, mejoría; pero qué grande sería  que el sentimiento que emana y el anhelo que desgrana el festejo navideño y este universo de ensueño, se vinieran a Triana.

A la Triana que quiero, la de mis sueños mejores, patria de los cantaores y el flamenco verdadero, del puerto camaronero  y el telón del cine Astoria, presentes en la memoria y la fe de mis mayores, que me legan sus valores y el aprecio de su historia.

Triana de los corrales, de los patios y candelas, los tangos de las abuelas y el compás de los cabales; Triana de los chavales que jugando en la plazuela presagiaban la  canela, las tortas de Inés rosales, los hojaldres invernales y el pantalón de franela.

Entrañables criaturas  del altozano y la Cava, planeta donde se clava la puya de su bravura, que ungidos por la dulzura de lo mejor de la edad, crecieron en la humildad de remiendos y alpargatas de los jarrillos de lata y amor por la Navidad.

Aquel que la conociera aprendió de su maestro la pureza de lo nuestro: su herencia campanillera, y la coplilla que espera la agüelita en las alturas, el canto de la ternura….. para ti, ¡¡¡ pura Sant´ana !!!…. si no hay pureza en Triana,  ¿cómo habrá Triana Pura?

José Luis Tirado Fernández